sábado, 17 de septiembre de 2005

BAUHAUS - LA ESCUELA QUE REVOLUCIONÓ AL MUNDO

Abril de 1919 es la fecha en que abrió sus puertas una de las escuelas más importantes del mundo. Asimismo, es también la fecha en que se institucionalizó una nueva forma de pensar, de ver el mundo y de atisbar el futuro de la floreciente industria. Catorce escasos años de existencia pudieron haber significado su pronto olvido, sin embargo, como toda buena obra del diseño, su legado ha trascendido generación tras generación.


Han pasado 80 años desde que en la Bauhaus se impartió el primer curso, lo que también significó que se establecieron nuevas líneas de pensamiento artístico, técnico y filosófico. Fue ésta una suma por demás creativa que ofreció, ante todo, un nuevo profesional adecuado a las nuevas tecnologías, que avizoraba un mundo industrializado con nuevos retos y, sobre todo, con un estilo de vida innovador.

SOBRE LA BAUHAUS
Las consecuencias de la devastadora y creciente industrialización de finales del siglo XIX, surgida primero en Inglaterra y más tarde en Alemania, influyeron en la clase obrera y en la producción de los artesanos. El progreso tecnológico también trajo consigo un cambio en las estructuras sociales. Entre ellas destaca la proletarización de amplios sectores de la población pero también el hecho de que así se pudieron racionalizar y abaratar los costos de producción de bienes. En el siglo XIX, Inglaterra se alzó como la potencia industrial más prominente de Europa.

Hasta bien entrados los años noventa del XIX, los ingleses se mantuvieron a la cabeza en lo que se refiere a adelantos técnicos y culturales, resultando los indiscutibles vencedores. Esto ya se anunciaba desde los años cincuenta, cuando reformaron los procesos educativos tanto para los artesanos como para las Academias. En éstas se enseñaba a los alumnos a diseñar por sí mismos en lugar de copiar modelos anteriores. Sin embargo, con este sistema no se lograba el propósito de las reformas, es decir, no se alcanzaba la creación de una cultura que llegara al grueso de la gente. Por ello, la afiliación al socialismo planteó una mejor solución. Lograr una cultura del pueblo y para el pueblo se convirtió en aquellos tiempos en el desafío de casi todos los movimientos culturales innovadores como la Bauhaus.

En Alemania se intentó alcanzar el mismo éxito logrado por los ingleses, por lo que al inicio de la década de los noventa se dio impulso a la importación de ideas y reformas desde Inglaterra. Más tarde, en 1896, el gobierno prusiano envió a Hermann Muthesius a Inglaterra por un periodo de seis años, en calidad de "espía del gusto". Su estancia tenía como finalidad estudiar las causas del éxito inglés. Gracias a esto se establecieron en el país germano Escuelas de Artes y Oficios en las que diversos artistas modernos fungieron como profesores. En esas escuelas y talleres se producían principalmente enseres de casa, muebles, textiles y utensilios de metal. Estilísticamente, los productos alemanes de final de siglo no tenían parecido alguno con los producidos por los ingleses de las Arts and Crafts, movimiento profundamente arraigado durante el siglo XIX. En esa década de 1890, Alemania adelantó a Inglaterra como nación industrializada, asegurándose ese puesto hasta 1914, cuando estalló la Primera Guerra Mundial.

En 1918, el gobierno alemán puso a cargo de Walter Gropius la dirección y administración de las dos escuelas más importantes de arte en Weimar, la Sächsichen Kunstgewerbeschule y la Sächsischen Hochschule für bildene Kunst. Finalmente, tras la unión de ambas, el 12 de abril de 1919 Gropius fundó la Statliches Bauhaus in Weimar, la escuela de arte más moderna en su tiempo. En un manifiesto de la Bauhaus distribuido por toda Alemania, Gropius aclaraba el programa y la meta de la nueva escuela: artistas y artesanos debían trabajar juntos en la construcción del futuro. Gropius declaraba los principios que, en su opinión, deberían regir la escuela desde su inicio. Se refirió a ellos en los siguientes términos retóricos, que evocan un ideal casi cercano a la Edad Media por unificar las artes alrededor del eje de la arquitectura:
"Arquitectos, escultores, pintores, todos nosotros debemos regresar al trabajo manual [...] Establezcamos, por lo tanto, una nueva cofradía de artesanos, libres de esa arrogancia que divide a una clase de la otra y que busca erigir una barrera infranqueable entre los artesanos y los artistas. Anhelemos, concibamos y juntos construyamos el nuevo edificio del futuro, que dará cabida a todo ­a la arquitectura, a la escultura y a la pintura­ en una sola entidad y que se alzará al cielo desde las manos de un millón de artesanos, símbolo cristalino de una nueva fe que ya llega."

Siguiendo las ideas del consejo, construir se convirtió para Gropius en actividad social, intelectual y simbólica. Reconcilió los oficios y especialidades, hasta entonces independientes, uniéndolos como trabajo en común en el que la construcción allana diferencias de condición y acerca a los artistas al pueblo. Todas estas ideas y conceptos se aplicaron en talleres de la misma escuela, donde se daban cita actitudes estéticas en las que alumnos y profesores trabajaban en conjunto. Ahí se experimentaba con tejidos, trabajo de metales, diseño inmobiliario, fotografía, diseño escenográfico, pintura, escultura y arquitectura. Esto llevó a diseños incipientes, funcionales y eficientes.

Figuras del mundo entero se unieron a esta institución pedagógica que orientó el pensamiento de toda una generación de arquitectos, diseñadores y artistas hacia la creación de obras con utilidad social, producidas en serie. Entre éstos destacaron arquitectos como Walter Gropius, Mies van der Rohe y Marcel Breuer; los artistas Laszlo Moholy-Nagy, Gyorgy Kepes y Josef Albers; pintores de la talla de Paul Klee y Wassily Kandinsky; y la tejedora Anni Albers. Otra figura de gran importancia fue Margarete Schütte-Lihotzky, diseñadora del prototipo de la cocina Frankfurt (1925), en cuya elaboración se utilizaron teorías científicas sobre el manejo del hogar y estudios sobre higiene y eficacia de movimientos. Con este diseño se resaltó un concepto esencial de la Bauhaus: reducir el tiempo, espacio y esfuerzo requeridos para el trabajo doméstico. Ello causó la adhesión de un gran número de seguidores, entre los cuales cabe mencionar a Gerrit Rietvelt, J.J.P. Oud y Moisei Ginzburg.

Estas grandes figuras trabajaron en la primera sede de la Bauhaus, ubicada en la ciudad de Weimar, trasladándose en 1925 a Dessau, donde ocuparon espacios provisionales que ya llevaban el nombre de Bauhaus Dessau, Hochschule für Gestaltung. Un año más tarde tuvo lugar la apertura del edificio oficial, una obra maestra de la arquitectura diseñada por el mismo Walter Gropius. Este cambio de sitio se debió a que la ciudad de Dessau ofrecía mayor apoyo económico que Weimar y, al ser una ciudad industrial, tenía una relación más directa con la ideología de la escuela. Años más tarde, en 1931, la Bauhaus se vio obligada a cerrar sus puertas por motivos políticos pero Mies van der Rohe, el entonces director, decidió continuar el proyecto en Berlín. En esos años el Partido Nacional Socialista ya gobernaba en Alemania y, al no aprobar el intercambio cultural con artistas de otros países, estableció que el arte debía ser puramente alemán. Por ello, en 1933 la escuela fue definitivamente clausurada.

Por otro lado, es necesario mencionar el gran impacto pedagógico que esta institución ejerció en los Estados Unidos. Grandes escuelas continuaron con esta manera de enseñar en busca de un nuevo arte útil que ayudara lo más posible a la sociedad en su conjunto. Algunas escuelas con esta tendencia fueron el Instituto Tecnológico de Illinois en Chicago, el Black Mountain College en Carolina del Norte y el Posgrado de la Escuela de Diseño de Harvard, que estuvo bajo la dirección de Gropius de 1938 a 1952.

En el Bauhaus-Archiv Museum für Gestaltung, ubicado en Berlín, actualmente existe un gran número de obras realizadas por los integrantes de esta escuela. El edificio fue diseñado por el mismo Gropius y cuenta con un museo, una colección documental y una biblioteca. Esta organización revela la gran importancia de la escuela, su progreso a lo largo de la historia y la manera en que sirvió como plataforma vital para el desarrollo de nuestro siglo.

Arquitecto alemán nacido el 18 de mayo en la ciudad de Berlín. Estudia en Berlín y Munich y desde 1911 se da a conocer como innovador de la arquitectura con su diseño de la fábrica Fagus en Alfeld. En 1918 es llamado a Weimar para ser director de las escuelas de arte Grossherzoglichen Sächsischen Kunstgewerbeschule y Grossherzoglichen Sächsichen Hochschule für bildende Kunst. Más tarde, en 1919, tras la unión de estas dos instituciones funda la famosa escuela de diseño conocida como Bauhaus Estatal de Weimar. Durante los siguientes años, Gropius logra dar a conocer sus ideales en Alemania, con lo que llama la atención de arquitectos, artistas y artesanos de toda Europa. En 1925, la escuela es trasladada a Dessau, donde se inicia una verdadera revolución en la integración de las artes con la tecnología moderna.
Esto sucede en las nuevas instalaciones de la Bauhaus, diseñadas por Gropius. Después de tres años deja la dirección a Mies van der Rohe y posteriormente se exilia voluntariamente en Inglaterra. Luego reside en los Estados Unidos, donde asume la dirección de la Escuela Superior de Diseño de Harvard. Ahí funda también The Architects Collaborative y es reconocido como miembro del Instituto Americano de Arquitectos. Finalmente, Walter Gropius muere el 5 de julio de 1969 a la edad de 86 años.
Al inicio de este siglo encontramos a varios personajes que dieron un gran cambio a la arquitectura. Entre los muchos nombres destacaron Frank Lloyd Wright, Le Corbusier, Luis Barragán y Gerrit Rietvelt, además de grupos como el constructivismo ruso y la Bauhaus. Estos movimientos negaron la arquitectura del siglo pasado y buscaron crear otra, surgida de nuevos materiales y con la ayuda de la tecnología. La nueva estética, carente de ornamentos, buscaba sobre todo sencillez, utilidad y difusión. Esta ideología, al enfocarse en todas las clases sociales, evitaba que la arquitectura se siguiera desarrollando en una elite de la sociedad a través de obras públicas y monumentos. De esta manera se conformó la arquitectura del siglo XX.

La arquitectura de la Bauhaus sobresalió por ser funcional; en ella se utilizaban al máximo los nuevos materiales y la tecnología. Las clases de arquitectura en esa escuela procuraban crear una profundidad analítica en el estudiante. Los cursos trataban temas relacionados con estática, construcción, calefacción y ventilación, materiales, matemáticas y física. Asimismo, se desarrollaban estudios sobre urbanización, relación de volúmenes, los distintos caminos para desarrollar un proyecto, orientación de viviendas e interacción de interiores y exteriores; también se analizaba al habitante de la futura obra. Sin duda alguna, los experimentos de la escuela Bauhaus llevaron al desarrollo de la arquitectura de este siglo.Los tres arquitectos más destacados de la Bauhaus, Walter Gropius, Marcel Breuer y Mies van der Rohe, experimentaron con el nuevo material del siglo XX: el hormigón. Juntamente con los arquitectos mencionados párrafos más arriba, éstos utilizaron en sus obras el nuevo material combinándolo con estructuras de metal y cristal; de esta manera construyeron múltiples obras en las siguientes décadas. Un buen ejemplo de su empleo lo constituyen trabajos de Walter Gropius, cuya influencia puede verse claramente en obras posteriores. Entre ellas podemos mencionar desde las casas de Louis I. Kahn, Richard Neutra, Max Cetto y Abraham Zabludowsky hasta museos como la Fundación Miró en Barcelona, que incluso podríamos confundir con el Bauhaus Archiv.

No podemos olvidar la gran influencia que esta escuela ejerció en nuestro país, empezando con los primeros arquitectos funcionales como José Villagrán García, Enrique del Moral, Mario Pani y muchos otros. El ejemplo más directo es la obra de Ciudad Universitaria en el Distrito Federal, construida a mediados de siglo por 40 arquitectos. Esta construcción fue concebida buscando una arquitectura funcional que exigiera un número mínimo de materiales, como el hormigón armado y las estructuras de metal y cristal, logrando así una obra de vanguardia a un bajo costo.
Sin discusión, el arquitecto más sobresaliente de la Bauhaus fue Mies van der Rohe. Influenciado por la arquitectura de Frank Lloyd Wright, comenzó construyendo casas en los años 20's. En 1929 logró su mejor obra, el Pabellón de Barcelona; concebida para la exposición en la ciudad del mismo nombre, esta obra pretendió mostrar al mundo la nueva arquitectura. La construcción está sostenida por pilares de hierro que muestran su estructura y su espacio está conformado por muros de mármol independientes. Años más tarde, al emigrar a los Estados Unidos, van der Rohe construyó una serie de rascacielos conformados por una estructura metálica cubierta por una piel de cristal. De este modo, creó al mismo tiempo una transparencia y un reflejo, concepto que encontramos a menor escala en obras de Walter Gropius. Esta misma idea sería utilizada en los siguientes años por un gran número de arquitectos e ingenieros, como el mexicano Ramón Torres al construir el edificio de la Lotería Nacional.
Cada movimiento artístico suele provocar una reacción y, casi inevitablemente, aparece una persona o un movimiento que pretende corromper las ideas sugeridas por su antecesor. En este caso, así como la nueva arquitectura del siglo negaba la tradición precedente, la reacción contra la Bauhaus fue el postmodernismo, encabezado por Philip Johnson. Éste retomó algunos elementos clásicos y los aplicó de una manera innovadora. Por ejemplo, el mal uso de las ideas originales de la Bauhaus puede encontrarse en el hecho de que, debido al deseo de privacidad de la gente, el concepto de transparencia se elimina con la gran cantidad de edificios que se construyen totalmente cubiertos por espejos. Para ejemplificar esta corrupción basta recorrer la Avenida de los Insurgentes en la Ciudad de México.

No obstante, la arquitectura actual sigue utilizando muchas ideas originadas en la Bauhaus: existen diversas estructuras de metal aparentes de manera expresiva. En ellas, la transparencia se logra no sólo por medio del cristal, sino también a través de otros materiales como celosías de madera o de metal. Además, dicha transparencia está considerada como hi-tech, ya que emplea la tecnología al máximo. Entre los cientos de arquitectos que utilizan estos estilos podemos mencionar a Norman Foster (Premio Pritzker), Richard Rogers, Coop Himmelb(l)au, Ten Arquitectos (Primer Premio Mies van der Rohe), Renzo Piano (Ultimo Premio Pritzker) y Frank O. Gehry, arquitecto del museo Guggenheim en Bilbao, obra considerada como la obra más representativa del final de siglo.

Este gran creador contemporáneo nace el 29 de marzo en Aix-la-Chapelle. En esa misma ciudad es alumno de múltiples escuelas de arte y talleres de artesanía, por lo que se convierte en arquitecto y diseñador. A los 19 años empieza a trabajar como diseñador de muebles en un pequeño taller de diseño propiedad de Bruno Paul en la ciudad de Berlín. En 1929 construye una de sus obras más sobresalientes, el Pabellón de Alemania en la Exposición Internacional de Barcelona. Al año siguiente toma la administración y dirección de la Bauhaus en Dessau y en Berlín manteniéndose al cargo hasta el cierre de la institución en 1933. Posteriormente emigra a los Estados Unidos, donde comienza a darse a conocer con numerosas y espectaculares obras. Entre ellas llaman la atención los rascacielos cubiertos de cristal en las ciudades de Chicago y Nueva York. Más tarde, en 1938, es nombrado director de la Escuela de Arquitectura del Instituto Politécnico de Illinois. Entre sus obras más sobresalientes se aprecia la primera aplicación del muro-cortina de hierro y cristal en los rascacielos de Chicago, así como la aplicación del sistema de grandes naves sin pilares con cubierta suspendida. Mies van der Rohe muere el 17 de agosto de 1969 en la ciudad de Chicago, Estados Unidos.

Al comienzo del siglo XX se vio la urgencia de generar masivamente productos que satisficieran las necesidades de un mercado cada vez más amplio y exigente. En otras palabras, se requerían productos que pudieran ser adquiridos por cualquier persona, evitando así que circularan solamente en una clase social o en una elite reducida. La demanda de más y mejores bienes impulsó y obligó a los talleres de arte y de mano de obra a convertirse en diseñadores industriales.
Debido a los problemas sociales y económicos del momento, se trataba de crear productos que fueran funcionales pero que a la vez presentaran un diseño atractivo para el mercado, manteniendo bajos los costos de producción. Para lograrlo, se empezó a producir con materiales comunes y baratos como el metal, el vidrio, el cristal y la madera, entre otros. Se creía que las formas y los colores básicos representaban un precio industrialmente más económico, por lo que las formas del círculo, el cuadrado y el triángulo fueron tomadas como puntos de partida. En las clases sobre forma se empezaba a trabajar con estas figuras elementales y a cada una de ellas se le atribuía un carácter determinado. Así, el círculo era "fluido y central", el cuadrado resultaba "sereno" y el triángulo, "diagonal". Más adelante, en el arte y en la escultura de Bauhaus se tomó este mismo concepto con el que trabajaron Wassily Kandinsky, Paul Klee y Johannes Itten. A este nuevo desarrollo, representado principalmente en Holanda y Alemania, se le llamó funcionalidad moderna o modernidad internacional.

No fue si no hasta 1919, después de que Walter Gropius fundara la Bauhaus, que se pudo identificar la innovadora producción estética con la maquinaria industrial. Sus tendencias fundamentales se reducen a la ruptura con lo tradicional y con los estilos preestablecidos; el predominio de la función sobre la forma; la interrelación estrecha entre, por un lado, la arquitectura y el diseño y, por otro, las ciencias aplicadas; la adecuación de la vivienda a los recursos y necesidades humanas; y una efectiva planificación urbana.

La filosofía de Gropius se basaba en integrar todas las artes con la tecnología moderna y unirlas con el fin de obtener un diseño disponible para todos los niveles socioeconómicos. Los productos resultantes se alejaban mucho de la clásica ornamentación excesiva. Por el contrario, poseían líneas limpias y claras, formas geométricas sencillas y, de manera característica, daban la impresión de estar hechas industrialmente y no a mano. Fue entonces cuando se empezó a hablar de hacer diseños industriales en forma positiva. La teoría de la Bauhaus sobre la enseñanza del diseño incluía un artista y un técnico en cada estudio de clase. De esta manera, los alumnos usaban su creatividad de forma libre y, simultáneamente, aprendían la técnica. Los alumnos eran requeridos en los talleres por periodos cortos, con el fin de que entendieran la tecnología para la que posteriormente diseñarían.
Con estos principios básicos se puso en marcha, de manera fundamental, la producción de enseres de uso casero y muebles. Aplicando estos parámetros se hizo la primera silla considerada mobiliario moderno: la "silla rojo-azul" realizada por Gerrit Rietveld. Asimismo, Michael Thonet alcanzó con sus muebles una venta de 40 millones de piezas entre los años 1859 y 1920. Durante este periodo se unieron a la Bauhaus varios diseñadores y arquitectos, los cuales luego se convirtieron en maestros. Entre los diseñadores más destacados estuvieron Walter Gropius, Mies van der Rohe (quien remplazó a Gropius en 1930 ), Wilhelm Wagenfeld, László Moholy-Nagy y Marcel Breuer.

Otro mobiliario que encarna todas las características de los clásicos modernos es la silla Barcelona (ver pag 10), de Mies van der Rohe (1929). En su estructura incorpora la alta tecnología y la belleza, además de constituir un monumento al estilo. Aún después de 50 años, las sillas tubulares creadas en 1920 por Marcel Breuer y Mies van der Rohe siguen siendo populares.
El estilo internacional representado por Marcel Breuer (1902-81), tendiente hacia el desarrollo de nuevos materiales y tecnologías, lo hacen el máximo exponente del diseño del siglo XX. La Silla Cesca es ejemplo del potencial de producción masiva de materiales económicos como el acero, el cual fue por primera vez explorado y desarrollado como medio de producción en grandes cantidades por la Bauhaus

Podemos también tomar como ejemplo a László Moholy-Nagy quien pone en uso los colores primarios, la textura, la luz y el equilibrio de formas, características comunes de la escuela, para la representación del arte visual y el arte aplicado a mediados del siglo XX. Debido a esto, su trabajo influyó por décadas en el uso de la luz como forma de arte. La influencia de la Bauhaus en el mundo entero es algo que todavía se puede apreciar. Como ejemplo pueden citarse las diversas construcciones y edificios repartidos a lo largo y ancho del mundo, las obras de Mies van der Rohe y Le Corbusier, así como los muebles y productos de uso cotidiano que presentan esa tendencia Bauhaus hacia la funcionalidad, sobre todo a partir de diseños dirigidos hacia el uso final del producto. Hoy en día podemos encontrar diseñadores contemporáneos que al crear retoman la influencia Bauhaus. Tal es el caso de Craig Ellwood y Richard Meier en los sesenta y Barbara Barry y Alexander Gorlin en los noventa. En la misma línea está el diseñador francés Philippe Starck, quien toma ideas y tendencias de la escuela y las adapta hasta adecuarlas a sus propósitos. Es evidente que en el diseño industrial y en el diseño de interiores de este fin de siglo principalmente predomina la teoría de crear funcionalidad y estética, por lo que de algún modo podemos atribuirle a la Bauhaus el diseño de nuestra época
Como ejemplo de la influencia que dejó Bauhaus en el mundo entero está la empresa estadounidense Luminaire, que produce y vende diseños hechos en la escuela entre 1920 y 1930. Basta con mencionar la clásica lámpara de mesa, hecha por Wilhem Wagenfeld, que conjunta el vidrio y el cristal con formas básicas como el círculo y el cilindro en líneas rectas y sencillas. En esta lámpara se lee con claridad el programa de la Bauhaus de la época: la acentuada utilización de materiales técnicos (metal y cristal), la transparencia de la función en cada uno de sus componentes y una forma estética basada en la armonía de cuerpos básicos simples. Esta lámpara constituye uno de los primeros productos del diseño industrial. De hecho, fue una de las propuestas más revolucionarias y polémicas de los inicios del diseño y todavía en 1982 obtuvo el premio "Buena Forma" en Alemania. A esta lámpara le siguieron muchas otras en las que se procuraba mantener los conceptos de estilo y funcionalidad. El diseño de la lámpara de Eileen Gray (1930) muestra el desarrollo del estilo hacia la modernidad. En otras palabras, el objeto concebido por Gray mantiene los materiales y formas básicas, la apariencia estética y la funcionalidad, pero ello no impide que destaque el equilibrio de lo artístico con lo moderno.
Gracias a estos diseñadores, el mundo evoluciona. Es por ellos que el diseño existe y permanece en este tiempo. Ayer, hoy y mañana, el buen diseño nunca dejará de existir.